Gallardo insiste por un viejo anhelo: los inconvenientes de River para cumplirle el deseo

Mientras atraviesa la pretemporada en Estados Unidos, Marcelo Gallardo mira al cielo y ve un panorama totalmente nublado. Poco tiene que ver una cuestión climática y la referencia va directamente con su anhelo de contar con Sebastián Driussi en River.

Así como una vez el Muñeco, el entrenador más ganador de la historia del Millonario con 12 títulos, se cansó de pedir por Lucas Pratto y finalmente el delantero llegó al club en una operación muy costosa (la más cara en la institución, por 14 millones de dólares al San Pablo), ahora exige más esfuerzos para repatriar al atacante de 25 años.

Aquella obsesión por el Oso en 2018 sorprendió a propios y extraños por el poco valor de reventa con el que llegaba el platense, pero a base de goles, como los dos a Boca en la final de la Libertadores, dejó en claro que valió cada centavo. Pese a la comparación, los tiempos son otros y el panorama actual resulta muy adverso.

La economía en Núñez y el valor del dólar eran distintos, y por supuesto no había una pandemia que afectara directamente al bolsillo de River. Aunque Driussi hizo mucha fuerza por salir, todo depende de una negociación con el Zenit que el club no puede afrontar.

El atacante se encuentra en San Petersburgo en la pretemporada con el equipo ruso, en el cual tiene contrato vigente hasta junio del 2022. Luego de que el jugador rechazara varias propuestas para renovar, los europeos solo lo largarían por una venta entre siete y diez millones de dólares. La posibilidad de un préstamo con opción de compra no es factible justamente porque en ese caso debería extender su vínculo para no quedar en libertad de acción.

Entonces, la Banda primero debería vender para tener dinero fresco e ir por el delantero que tanto pide Gallardo como reemplazo de un Rafael Santos Borré que todavía no definió si sigue o se va tras su participación en la Copa América. Una transacción por Nicolás De La Cruz o Federico Girotti reflotarían la gestión que hoy se encuentra totalmente estancada. 

Otro problema es el tiempo, que a esta altura es apremiante. En menos de un mes, River competirá de nuevo por los octavos de final en la Libertadores y Gallardo exige respuestas, para saber qué delanteros tendrá a disposición. Si no llega Driussi y se va Borré, los cañones apuntarán hacia otro lado.