Nunca volverán a ser como antes: la receta de ravioles fritos que cambiará tu forma de hacerlos

Sabemos que hay comidas globales que literalmente se consumen en todo el mundo y la pasta es una de ellas. Su versatilidad y sabor pueden variar dependiendo el gusto de quien cocine y por eso te mostramos una receta totalmente innovadora.

Cuando se quiere cocinar esta comida, el primer paso es definir que tipo porque realmente hay una enormidad de formas como espaguetis, tallarines, ñoquis o macarrones. Hoy vamos a centrarnos en los tradicionales ravioles, el típico plato donde un relleno es envuelto con la masa. Generalmente la receta más conocida indica que deben ir al agua hirviendo y después de algunos minutos estarán listos, pero para salir de lo común y probar algo nuevo, te invitamos a que intentes freirlos.

Sabemos que muchas veces la gente le teme al aceite, pero con esta fórmula no habría ningún problema. Los ingredientes que necesitamos son los ravioles comprados, pan rallado, dos huevos, un diente de ajo y una lata de tomate al natural. Para la pasta, lo que debemos hacer es hervir los ravioles por tres minutos y luego retiramos rápidamente. Cuando hayan reposado, es turno de pasarlos a todos por huevo batido y posteriormente por el pan rallado del que hablábamos antes. Una vez que este todo listo, eso debe ir directamente al aceite caliente y el único trabajo es controlar que no se quemen.

Mientras tanto, para la salsa que bañara a nuestros ravioles, debemos saltear nuestro diente de ajo sobre aceite de oliva por unos minutos. Luego es turno de agregar la salsa de tomate y condimentar con sal y orégano a gusto, justo antes de apagar el fuego. Esto será el toque de vida para nuestra receta y aportará todo el exquisito sabor de los vegetales y los condimentos que tanto nos gustan.

¿Por qué esta receta te fascinará?

Si te gustan todos estos sabores, apostamos a que esta nueva forma de hacerlos te generará un bienestar. Casualmente todo lo que es frito y crujiente suele ser delicioso para las personas y es por una increíble razón científica.

Según estudios realizados, la comida suele disfrutarse mucho más cuando esta crujiente, porque es uno de los pocos sonidos culinarios que complementan la experiencia. Si bien nada cambiaría en el sabor si no cruje, es sorprendente como un simple ruido cambia todo.